“3 EN 1" , LUBRICANTE CON ¿FUTURO ?

EL COLAPSO DEL INTERINATO Y EL FUTURO DE LA OPOSICIÓN - Manuel Malaver CHAVISMO APRUEBA PROYECTO DE LEY QUE CRIMINALIZA A LAS ONG ORTEGA, SOCIO DE MADURO YA  DISOLVIÓ MÁS DE 3.000 ONG EN NICARAGUA   - DW Manuel Malaver – Especial para EdC - Si no fuera por las multitudes de docentes que desde el lunes 9 de enero pasado tomaron las calles de Venezuela para protestar contra el salario de bambre que la dictadura de Maduro les ha fijado en 30 dólares mensuales, podría establecerse que la entronización del sistema socialista en el país sigue sin mayores perturbaciones y que dentro de poco seremos una segunda Cuba aunque con v´´iaas de escape que incluyen la frontera terrestre y los vuelos aéreos. Pero hay también focos de enfrentamientos y revueltas en la llamada “Zona de Hierro,” que tienen como centro a la ciudad de Puerto Ordaz o Ciudad Guayana, donde los obreros de las otroras prósperas empresas del hierro, el aluminio y la bauxita han tomado sus lugares de trabajo como punto...

NICOLÁS I : “LAS ELECCIONES SOY YO”


Rayma: Maduro Rey

CÓMO MADURO HA MOSTRADO SER MÁS ASTUTO DE LO QUE MUCHOS PENSABAN 

MONTA DIÁLOGO PARALELO CON OPOSICIÓN PARLAMENTARIA: PRESENTARÁN ACUERDOS EN ENERO

MADURO ADMITE QUE LAS ELECCIONES NO SON LIBRES NI TRANSPARENTES

 

PLATAFORMA UNITARIA ACUSA A MADURO DE VIOLAR ACUERDOS Y EXIGE FECHA PARA CONTINUAR DIÁLOGO DE MÉXICO

De acuerdo con la Oposición, el gobierno «miente acerca de los alcances del acuerdo firmado y, además, pone nuevas condiciones para avanzar en lo político que no forman parte de los acuerdos previos».

  «EL PODER ELECTORAL SOY YO»  El Nacional

  Banca y Negocios - El Gobierno anunció que prepara un documento en el que establecerán los acuerdos a los que han llegado con los distintos sectores de la oposición en materia social, económica, política y electoral

  Monta diálogo paralelo con oposición parlamentaria:

El diputado opositor Luis Parra, del partido Primero Venezuela, quien participó en el encuentro, aseguró a EFE que se trató de una reunión que busca «nacionalizar» la negociación en México.

 


Dictaduras y elecciones: Crimen Organizado

Miguel Henrique Otero

En marzo de 2018, la Asamblea Nacional Popular de China, en una votación que tuvo lugar en el Gran Palacio del Pueblo, en Pekín, aprobó que el dictador Xi Jinping prolongara su mandato como presidente de China hasta el año 2023.

Días antes, el dictador había organizado las cosas para que los legisladores eliminaran de la ley el precepto que limitaba a dos el número de períodos que un líder puede gobernar. Esto quiere decir que Xi Jinping gobernará a China hasta su muerte. Se cumplirá así uno de los sueños psicóticos de todo dictador: gobernar para siempre.

De la ferocidad de la dictadura de Xi Jinping, de su omnipotente control sobre la sociedad y también sobre el Partido Comunista; y de su objetivo de imponer a China un Estado, un sistema de leyes y una doctrina que sea, no semejante sino idéntica a su pensamiento, hablan los resultados de aquella votación de 2018: 2.970 votos a favor, ningún voto en contra y ninguna abstención. Pido al lector que se imagine un mundo regido por la tríada de 100% de aprobación, ninguna disidencia y ninguna abstención. La dictadura perfecta, total, absoluta. Un mundo uniforme donde todos, sin excepción, están obligados a pensar lo mismo. En concreto, que Xi Jinping debe gobernar China para siempre, y que los chinos deben estar 100% felices por ello. Debo añadir que en su discurso, el dictador perfecto dijo una frase que nadie debería olvidar: “El mundo también necesita a China”.

Antes de Xi Jinping, otro dictador ―amigo de Xi Jinping― se había atribuido una victoria semejante. En 2014, Kim Jong-un anunció que su triunfo en la Suprema Asamblea Nacional de Corea del Norte había sido con 100% de los votos. En las siguientes elecciones al mismo organismo, en julio de 2019, se anunció que la participación había alcanzado a 99,98% de la población, y que las personas que no habían podido asistir a la jornada electoral, que estaban identificadas, eran diplomáticos norcoreanos y otros funcionarios que estaban fuera de su país. Ese día, hasta enfermos en estado terminal fueron conducidos a los centros de votación. La aspiración de Kim Jong-un consistía en ser reelegido con una base electoral de 100% de los electores. El sueño dictatorial de la unanimidad total, del aplauso sin excepciones.

En septiembre de 2022, en las elecciones regionales rusas, el “putinismo” arrasó, tal como el régimen y el dictador habían establecido. A nadie asombró la noticia: la totalidad de los candidatos ganadores son miembros del partido de Putin, Rusia Unida. Más todavía. Hubo oblast ―regiones― en las que los organismos electorales declararon triunfos con más de 80% de los votos para los candidatos del dictador.

Vayamos ahora a Bielorrusia, agosto de 2020. En aquellos días, el dictador Alexander Lukashenko se adjudicó la reelección presidencial, atribuyéndose 80% de los votos. A la candidata de la oposición democrática, Svetlana Tijanövskaya, le asignó el 10%. Ni el extenso pliego de irregularidades documentado, ni las protestas en más de 33 ciudades que ocasionaron más de 3.000 detenciones, ni las denuncias de testigos, ni el rechazo internacional a lo ocurrido, ni que la Unión Europea desconociera los resultados, ni tampoco las graves denuncias de Tijanövskaya modificaron el producto final: el dictador se atornilló en el poder.

A mediados de esta misma semana, el Consejo Nacional Electoral de Nicaragua, organismo totalmente controlado por la pareja dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo, proclamó que en las elecciones municipales realizadas el domingo 6 de noviembre, en 100% de las alcaldías la victoria había sido para el Frente Sandinista de Liberación Nacional, la organización partidista en manos de la pareja.

Hay que anotar esto: el porcentaje de abstención superó la cifra de 83%. Los electores fueron empleados públicos, funcionarios de los municipios, miembros del mencionado partido y la red de enchufados que en Nicaragua es profusa. Un alto porcentaje de estos electores fueron presionados u obligados a votar. Las listas, las estructuras de control, los sistemas de transporte, toda una maquinaria militar, paramilitar y policial se puso en movimiento para que el partido-gobierno ganara las elecciones, es decir, para redoblar el control de la pareja criminal al frente del poder en la nación nicaragüense. Ni siquiera, con el afán de disimular, se reconoció el triunfo de cualquier otro candidato, por ejemplo, en alguna de las 11 alcaldías que el partido Ciudadanos por la Libertad controlaba desde las elecciones municipales de 2017. Como Xi Jinping, el orteguismo impuso un triunfo de 100%. La pareja de asesinos, Ortega y Murillo, no solo quiere el control absoluto de todas las instituciones. También aspira a borrar de la faz de la tierra a toda forma de disidencia. Su modelo es: o aplauso o silencio.

En cada uno de los casos aquí anotados, organizaciones defensoras de los derechos humanos, observadores independientes, medios de comunicación y expertos electorales han coincidido en el señalamiento: una votación no es una elección.

Un proceso electoral, digno de ese nombre, requiere del cumplimiento de una serie de condiciones con respecto a la participación electoral, las candidaturas, la garantía del derecho al voto, la no coacción de los electores, un ambiente de libertad de expresión y muchas cosas más, para en vez de una actividad forjada y controlada por la dictadura, el proceso tenga un carácter verdaderamente democrático.

Por eso insisto en citar aquí una frase que escribió Carlos Sánchez Berzaín: “Votaciones en dictadura no son elecciones, son crimen organizado”.

 

Gerardo Blyde

Carta a Gerardo Blyde sobre la negociación con Nicolás Maduro

 

Gustavo Coronel  

 

Apreciado Sr. Blyde:

Le dirijo esta carta en su condición de jefe del equipo negociador designado por la llamada Plataforma Unitaria, integrada por varios partidos políticos venezolanos, para negociar con el régimen de Nicolás Maduro posibles soluciones de naturaleza política y humanitaria a la trágica crisis que atraviesa Venezuela desde el inicio de este siglo XXI, desde la llegada al poder de Hugo Chávez y sus seguidores.

Lo hago porque su entrevista radial del 28-11-2022, dada a Román Lozinsky, representa – que yo conozca– la más clara exposición de la postura del grupo político arriba nombrado sobre su intento de resolver la crisis venezolana, verla en: 

Blyde: condiciones electorales DD.HH. próximos temas en México (mundour.com).

Su presentación tiene la virtud de la claridad y ello facilita su análisis. 

Comienza usted por preguntarse y preguntarnos si existe en Venezuela una crisis humanitaria, sí o no, y responde que sí, basando su respuesta en una enumeración parcial pero dramática de las tragedias que el régimen chavista ha generado en Venezuela: el caos educativo, el desastre de la salud, el colapso de los servicios públicos, la degradación ambiental. Ha podido añadir, por supuesto, la inmensa corrupción y prostitución de las instituciones del Estado y el éxodo de millones de venezolanos causado por la crueldad de las condiciones de vida en el país. Pero ha dicho suficiente, concuerdo que existe una profunda crisis humanitaria.

Mi primera diferencia de perspectiva es sobre lo que usted dice de seguidas: «La existencia de la crisis humanitaria nos lleva a la única salida posible, la negociación, el diálogo». 

En el curso de la entrevista usted repite varias veces que esta es la única salida y dice que las sanciones externas no han funcionado. Le pregunta usted a los oyentes que, si avizoran otra salida posible, que la planteen, en lugar de criticar y hasta tratar de destruir las que ustedes plantean.

Con mucho respeto, hago las siguientes reflexiones. Creo que una crisis humanitaria no es solamente la que atañe a nuestras condiciones materiales de vida. No solo las privaciones del cuerpo, el hambre o la enfermedad, generan la crisis humanitaria, sino que también la generan la carencia de libertad, la humillación constante, la supresión de la capacidad de autorrealización, la cesación de nuestros sueños de superación y la muerte de la esperanza.

Las privaciones materiales tienden a ser de naturaleza temporal mientras que las privaciones espirituales tienen un impacto de largo plazo, desmoralizador, el cual va minando la capacidad de todo un pueblo de mantener su dignidad y de sentirse orgulloso de su gentilicio. Tengo la impresión de que hay en ustedes un comprensible énfasis para tratar de atender los componentes materiales de la crisis, pero una insuficiente atención de sus componentes espirituales, lo cual los lleva a pensar que hay que negociar como única alternativa.

No estoy de acuerdo. Hay al menos otra alternativa que parece haberse abandonado en la mente del liderazgo político venezolano, con algunas excepciones.

Me refiero a una combinación de rebelión ciudadana en el plano doméstico, incluyendo la desobediencia civil y de sanciones externas, como las que se han venido aplicando por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, las cuales han debilitado significativamente al régimen. Ustedes dicen que las sanciones han fracasado porque el régimen aún no ha caído, pero lo correcto sería decir que –hasta ahora– han sido insuficientes para lograr su salida, al no ser complementadas por la rebelión a nivel doméstico.

Quienes creemos que la crisis humanitaria tiene un decisivo componente espiritual vemos la negociación para resolver lo material al costo de lo espiritual como una rendición.

No es que el alivio de las carencias materiales no tenga un efecto positivo sobre la población, sino que ello será, como usted mismo acepta, de naturaleza paliativa, comparada con la magnitud de la crisis.

Para lograrlo, estaremos pagando el altísimo precio de tragarnos todos los sapos imaginables y de sentarnos con los narcos, los asesinos, los ladrones, los lavadores de dinero, para tratar de lograr alguna mejora temporal para una modesta parte de nuestro pueblo.

Con base en lo que digo arriba, acepto que la negociación dará algunos frutos, pero ellos vendrán a cambio de las indebidas concesiones que ustedes tendrán que hacerle al régimen criminal, concesiones que intensificarán nuestra crisis humanitaria en su componente espiritual. No solo de pan vive el hombre, sino que es necesaria la salvaguarda de nuestra dignidad y del orgullo de ser quienes queremos y debemos ser como país.  

En este punto de mis comentarios deseo enfatizar que reconozco lo difícil del dilema venezolano, el cual debe elegir entre atender las carencias inmediatas (ganar el hoy) y evitar el deterioro de los valores y principios que deberían garantizar la sobrevivencia del alma nacional (ganar el mañana). Cuando me inclino por lo segundo no es por dureza de corazón sino por creer sinceramente que no debemos comprar un cierto bienestar presente a expensas del futuro.

Además de este comentario de fondo, tengo comentarios de forma sobre el proceso que ustedes adelantan. No dudo que han estado trabajando intensamente, pero creo que el país debería tener más información sobre el proceso, aunque ello no sea fácil, por la necesidad de mantener cierta confidencialidad. Me refiero a la ausencia de información a los venezolanos sobre los detalles del plan, los cuales parecen figurar en anexos que no son accesibles al público.

¿Qué obras, que acciones se irían a acometer?  Recordemos que el sector eléctrico fue objeto, hace varios años, de una inmensa inversión, la cual fue desastrosa y solo sirvió para enriquecer a los bolichicos y a sus cómplices del régimen chavista. ¿Qué podrá hacerse ahora que no sea un paño caliente? Recordemos también que la crisis humanitaria de la educación tiene que ver más con la indoctrinación de nuestros niños y jóvenes que con la pintura de las escuelas y la compra de pupitres (sin negar que esto sea también importante). La raíz de la crisis educativa es la intención que ha tenido el régimen de crear un venezolano “nuevo”, esclavo del castrismo, abrumados por los mismos complejos de inferioridad que aquejan a las analfabetas que nos gobiernan.

Sr. Blyde: aprecio su empeño y respeto su posición, - Gustavo Coronel

 

«El Poder Electoral soy yo»

El Nacional  - “Si quieren elecciones libres, queremos elecciones libres de sanciones. Ahí está el dilema, que las quiten todas para ir a unas elecciones libres, frescas, en el tiempo que se determine el Consejo Nacional Electoral y la Constitución”, son afirmaciones de Nicolás Maduro en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros en Caracas celebrada el 30 de noviembre pasado.

Esta declaración del locuaz gobernante, expuesta en su peculiar sintaxis, constituye una clara confesión de que la posibilidad de unas elecciones libres (y con garantías electorales) depende de su exclusiva voluntad.

Es algo evidente pero que siempre Maduro había esquivado con toda suerte de expresiones vagas y ambiguas. Pero en esta oportunidad habla sin rodeos, porque tiene la idea de identificar al Poder Electoral con su persona y de ahí imponer su voluntad a todos, lo que incluye a la comunidad internacional. Y todo ello pese a que tiene a 80% del pueblo en su contra.

La manipulación de la voluntad del pueblo nos recuerda a Juan Jacobo Rousseau, provocador temperamental, quien inflamó la imaginación de muchos de los que han pretendido cambiar el mundo con la confusa identificación de su liderazgo con la voluntad popular.

Desde entonces nada siguió estando claro; por eso se impone precisar la aritmética de las minorías y determinar si esta puede imponerse a la voluntad de las mayorías.

Antes que todo es preciso percibir el autoritarismo, el cual tiene grados, estilos, temperamentos, porque es un asunto complejo. Tomás Jefferson hizo a esta materia un aporte insuperable por su sencillez: cuando el pueblo le teme al gobierno, hay tiranía. Cuando el gobierno le teme al pueblo, existe una democracia. Mucho más claro que acudir a mediciones comparativas para saber cuándo se pasa de la dictadura a la tiranía o del autoritarismo genérico a un régimen totalitario que controla desenfrenadamente todas las instituciones, entre ellas el sistema electoral.

Nicolás Maduro con su declaración demuestra a los cuatro vientos su control absoluto de las instituciones políticas al condicionar la celebración de elecciones libres al levantamiento de las sanciones. Es decir, una versión de Yo, el Supremo, en el siglo XXI. Dicho y escrito de otro modo: Yo, el dueño absoluto del poder. O de manera más sencilla y clara: El Poder Electoral soy yo.

¿Un alarde de poder? ¿Una confesión de intrínseca debilidad? Es algo que debería por lo menos despertar la curiosidad de la llamada comunidad internacional, la cual llega tarde a todas partes.

Ante una afirmación como esa queda fulminada sin aspavientos la independencia de los órganos electorales.

Queda establecido como verdad inapelable -si es que había alguna duda- que en Venezuela es Nicolás Maduro quien decide a su antojo las condiciones electorales.

En un sistema de libertades nadie tiene derecho a imponerse sobre las mayorías y destruir autoritariamente la plural diversidad de la condición humana.

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