PETRO, A UNA VUELTA DE LA “DICTADURA BINACIONAL”
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►“NO TENGO IDEA DE ESE DINERO”: PETRO SE APARTA DE PIEDAD CÓRDOBA Y LOS US$ 68 MIL QUE LE DECOMISARON EN HONDURAS
►GUSTAVO PETRO, ¡BASTA YA!
Gustavo Petro es el
protagonista del paro, y sus redes sociales atizan la hoguera. Con un país
acosado por la violencia, en crisis económica y transitando hacia la anarquía,
le llegó la hora de pensar primero en Colombia que en conquistar, como sea, la
presidencia. Es hoy el candidato favorito en
los sondeos que miden la intención de voto. Pero al mismo tiempo, es el
político al que la mayoría de los colombianos (30 por ciento) identifica como
el promotor del paro, según la más reciente encuesta de SEMANA,
realizada por el Centro Nacional de Consultoría.
Adriana Vigilanza - Para los que voten por un ex guerrillero merecen cadena perpetua,… por imbéciles
Petro,
o el Globalismo por tierras Gran Colombianas
Manuel
Malaver - Quizá sea Venezuela el país más decepcionado y pesimista si Gustavo Petro resulta hoy electo
presidente de Colombia y al que aguardarían unos costos más disolventes si el
nacido en Córdoba y criado en Zipaquirá se instala en pocos días en el Palacio
Nariño.
La razón fundamental sería que mientras a Colombia le
restan aún partidos, instituciones y una oposición democráticas con músculos
para contener los posibles desmanes de Petro, ya Venezuela lleva 22 años
allanando el camino para que desde Bogotá y Caracas se instaure una dictadura binacional que, además,
cumpla la agenda que el globalismo está ensayando en Chile.
En la patria de Bolívar no quedan ya vestigios de lo que
pueda llamarse una trinchera de partidos
nacionales en capacidad de enfrentar los nuevos brotes totalitarios, líderes
democráticos que encabecen iniciativas viables que le quiten el sueño a Maduro
y a Petro y en cuando a la sociedad civil, puede decirse que sus síntomas de
agotamiento frente a lo que sería una dictadura binacional, es todo lo que queda de ella.
De modo que, ya el
traslado de fuerzas guerrilleras disidentes del “Acuerdo de Paz
Santos-Timochenko a territorio venezolano se convertiría en una política
oficial, así como su utilización para hostigar desde el país hermano a la
oposición armada o desarmada que, sin duda, surguira en Colombia en cuanto
Petro empiece a expropiar tierras, fábricas, industrias, servicios y avance en
la “Agenda 30-30” que ya sus aliados están votando en el Congreso y en la Corte
Constitucional con la despenalización del aborto hasta la semana 24 de
gestación, el apoyo a los colectivos
feministas y las minorías LGBTI.
A este respecto, es imposible no traer a estas líneas al
escurridizo expresidente, Juan Manuel Santos, quien, la primera visita que recibió el 28 de junio del 2010, cuatro días
después de su elección, fue la de Gustavo Petro, con quien sostuvo una
larga conversación en la que, según el visitante, se trataron problemas
relativos a la distribución de la tierra, las víctimas que dejaba la guerra de
Uribe y “Santos “contra las FARC y asuntos del suministro del agua en las zonas
urbanas.
El encuentro es propicio para recordar que durante los
dos períodos en que Álvaro Uribe -con Santos como ministro de la Defensa y jefe
de la represión-, puso de rodillas a las FARC, Petro, quien siempre se ha
autoproclamado como el primer antiuribista de Colombia, no tocó nunca a Santos,
lo cual hizo correr el rumor entre algunos de los miembros de su partido de
turno, “que seguramente era un agente
encubierto de Santos”.
Y era cierto que podía proclamarse como un “antiuribista
enfermizo”, pues empezó a hacer carrera
como parlamentario convirtiéndose en el portavoz de las críticas contra Uribe
en la Cámara, a quien acusó en 2005 de haber recibido una gruesa ayuda en
narcodólares de la capo Enilse López, “la Chata”,- en su primera campaña
presidencial en el 2002- y que desde entonces, si críticas debía recibir las
FARC “por sus conecciones con los carteles de la droga, tambien debía
recibirlos el presidente de la República”.
Pero Petro tenía aun muchas denuncias contra él hombre
que era para aquellos tiempos la figura política de más pegada en Colombia, y
así, el 17 de abril del 2007, llevó a cabo en la plenaria del Congreso un
debate sobre las “Convivir” y el desarrollo del paramilitarismo en Antioquia,
acusando a Uribe de ser su promotor en los años en que fue gobernador del
Departamento, y lo testimonió presentando una foto en la que aparecía el
hermano del presidente, Santiago, con el narcotraficante, Fabio Ochoa.
En otras palabras, que un Petro agresivo y renovado, como
el que en el 2005 se inició de diputado denunciando el escándalo de la
“Parapolítica” y que dejaba al descubierto a muchos funcionarios y congresantes
que ejercían sus cargos mientras tenían vínculos con las FARC y los
paramilates, uno de los cuales, Luis Fernando Armario, fue detenido poco después.
Empezaba por esa vía entonces y con buen pie, a
despojarse de su pasado violento y guerrilero, que no lo realizó en los
tremedales de las FARC y el ELN, sino en el muy urbanizado y civilista
alzamiento del M-19, el cual, bajo el mando de Carlos Pizarro y Antonio Navarro
Wolf, ensayó a derrocar la abominable oligarquía santanderiana desde las
ciudades y actos en las plazas públicas, fábricas y universidades que tenían un
sabor más probletario que rural y campesino.
Petro se hizo militante del M-19 teniendo 20 años, se
incorporó a los grupos de presión y subversión que irrumpieron a raiz del
presunto fraude que se le hizo a comienzos de lo 80 al general, Rojas Pinilla y
que llevaron a la presidencia a Misael Pastrana, y en estas peripecias fue
detenido en 1985 y condenado a dos años de prisión que pasó en la Cárcel Modelo
de Bogotá.
Años de estudio y reflexión (se había graduado de
Economista en la Universad Externado de Colombia) que lo preparan -una vez en
la calle- para la participación que tuvo con Pizarro y Navarro en la Asamblea
Constituyente del 91 que redactó la actual constitución colombiana y para
viajar a Lovaina, Bruselas e inscribirse en la Universidad donde culmina un
postgrado en “Medio Ambiente y Desarrollo Poblacional”, que con otro que
realiza en la Universidad de Salamanca, España (“Nuevas tendencias de
Administración de Empresa”) finalizan su curriculum académico y profesional.
Porque lo de este nacido en Córdoba y criado en
Zipaquirá, es la política y ya en 1997 lo tenemos de regreso en Bogotá
disputándole la alcaldía de la capital
nada menos que al arquitecto, Enrique Peñalosa, -con el apoyo de sus
cofrades de “Alianza Democrática M-19- y
quien le aplica una estrepitosa derrota que lo deja en el octavo lugar.
Este incidente da una pauta de la carrera política de
Petro en los próximos 23 años, perdiendo alcaldías o ganando alcaldías,
perdiendo diputaciones o ganando diputaciones, fundando partidos y creando
partidos (que llama “polos o alianzas”), pero haciendo y conociendo la
política, odiando a Uribe y aliándose con Santos y hablando con un personaje
que le va a dar un aldabonazo a su carrera, el venezolano Hugo Chávez, al que
no se acerca ni se aleja mucho, pero del cual dice una vez (no muy alto) que
apoya y admira y que no pasará mucho tiempo en que le empaquete “su revolución”
a Colombia.
Pero Chávez y Petro son muy diferentes, pues el primero
tuvo que alistarse en la Fuerza Armada Nacional venezolana para derrocar el
sistema de partidos que a comienzos de los 70 era muy fuerte, casi
indestructible, y solo había una forma de aplastarlo: con un golpe de estado
que tomara el poder y bien desde los cuarteles o las tribunas, lo pulverizara.
Petro, al contrario, percibió -quizá desde la cárcel
Modelo de Bogotá-que los movimientos armados colombianos, rurales o urbanos
(FARC, ELN, M-19) nunca destruirirían la odiada oligarquía (el sistema) por la
violencia, por lo cual no había otro camino que enlodarse en la política,
mojarse hasta los tuétanos, para salir de él.
Tampoco se le han conocido ni denunciado vínculos con el
narcotráfico, ni con sus jefes ni sus carteles, si bien el expresidente Ernesto
Samper lo protegió durante su gobierno dándole un cargo diplomático en
Washington.
¿Cómo
ha podido entonces vivir con sus ingresos de funcionario público o de activista
de partidos de oposición y tener una prole de seis vástagos en tres matrimonios
y sin que la corrupción sea un estigma que lo haya perseguido?
!Chávez!, diría cualquier colombiano sin pensarlo mucho,
pero Chávez es Marulanda, las Farc, Timochenko, Samper, Saab y, para
actualizarnos, Piedad Córdoba.
De todas maneras, hemos proyectado una película de los
últimos 23 años, y nuevos paradigmas, nuevos algoritmos han crecido en la
política, ya no son los tiempos de Marulanda, ni de los Castros, ni de Chávez,
ni de Trump.
Son los de Klaus Schwab, Obama, Santos, Bill Gates, Soros, la Rockeller Fundación, los de Guterrez, y el Papa que quieren un mundo sin fronteras, sin familias, sin Estados, sin géneros y quizá sin sexos. Es el Globalismo y Petro está estrenado para entrar en el trance.
Las opciones
Antes, la campaña ha sido una de las más polarizadas que se recuerdan, con casos de presunto espionaje, amenazas de muerte, acusaciones de toda índole entre unos y otros, e incluso una supuesta injerencia rusa.
Unos 38 millones de votantes podrán elegir entre seis candidatos para sustituir al presidente Iván Duque, que no puede presentarse a la reelección tras una reforma de la Constitución, aunque parece que quienes mejor lo tienen son dos: Gustavo Petro y su Pacto Histórico por la izquierda, y Federico Fico Gutiérrez al frente de la muy conservadora coalición Equipo por Colombia.
El tercero en discordia es el empresario de la construcción Rodolfo Hernández, conocido como el Trump tropical y que amasó su fortuna en el negocio de las viviendas públicas, un inesperado invitado de última hora que en los últimos días ha protagonizado un meteórico ascenso en las encuestas llegando a estar en empate técnico con Fico en algunas de ellas.
Desde el primer momento que arrancó el proceso electoral no ha habido encuesta que no haya colocado a Petro y a su candidata a vicepresidenta, Francia Márquez, como principales favoritos, rozando incluso en algunas la posibilidad de una victoria sin necesidad de una segunda vuelta.Su triunfo supondría una cambio de paradigma sin preedentes en las últimas décadas, dominadas por la derecha.Con una intención de voto superior al 40 por ciento, Petro, senador, exalcalde de Bogotá, antiguo guerrillero del Movimiento 19 de abril (M-19) y veterano político, ha hecho de la sed de cambio de los colombianos su emblema en esta campaña, en la que ha prometido inversión en políticas sociales, la transición ecológica y sobre todo hacer cumplir los acuerdos de La Habana que se firmaron en 2016 con la extinta guerrilla de las FARC como camino a la paz.
Petro ha sabido capitalizar el descontento de una gran parte de los colombianos, que vieron como en uno de los peores momentos de la pandemia, el todavía presidente Duque firmaba una controvertida reforma tributaria con la que se imponía una subida del IVA que afectó sobre todos a los productos de primera necesidad, el agua, el gas y la electricidad.
Cientos de miles de personas de diversos colectivos salieron a las calles de las principales ciudades del país a protestar; manifestaciones que derivaron en muchas ocasiones en enfrentamientos con las fuerzas policiales y militares, cuya actuación fue ampliamente cuestionada por la violencia con la que se desempeñaron.
Retos para el país
Colombia es uno de los países más desiguales del continente, con 21 millones de pobres, mientras que más de la mitad de las tierras está en manos de una minoría privilegiada que no alcanza el 2 por ciento de la población. Una trampa mortal para los campesinos, que ahogados por las políticas neoliberales y de libre comercio recurren a los cultivos ilícitos de coca, en manos de los grupos armados.
La desigualdad en el reparto de las tierras es la razón principal por la que nació un conflicto armado que ya va para seis décadas. Uno de los temas cuando se inició la negociación entre el Gobierno del entonces presidente, Juan Manuel Santos, y la guerrilla de las FARC, abordaba esta cuestión.
Sin embargo, seis años después, la situación sigue sin avances significativos y los líderes campesinos que piden, por ejemplo, pasar de los cultivos ilícitos a la agricultura formal, no solo son asesinados por los grupos armados, sino también por los propios militares. Entre 2021 y lo que va de 2022, con uno de los trimestres más mortíferos, han matado a 188 dirigentes del campo»
En los últimos años el escenario para la clase política ha cambiado. Si bien uno de los problemas continúa siendo la violencia armada que infesta cada uno de los rincones del país, ahora en estas elecciones ya no está en juego la cuestión de la ya desaparecida guerrilla de las FARC, sino aquellas que habían sido relegadas a un segundo plano, como son la pobreza, la desigualdad y el desempleo.
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