CUBA-VENEZUELA: ¿BIFURCACIÓN EN MARCHA?
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MC ESCHER: Mundos imposibles
- LA OPOSICIÓN EN CUBA Y VENEZUELA ¿CAMINOS QUE SE BIFURCAN?
- EN CUBA "NOS HAN QUITADO HASTA LA LIBERTAD DE PENSAR" – 14yMedio
Migel Henrique Otero: …“Cuba parece hacer entrado en la milla final. Eso significa
que, en cualquier momento, tendremos una gran noticia que celebrar. También en
Nicaragua, también en Venezuela.
Manuel Malaver :- “Momento especialmente crítico que ahora atañe también a otro factor de enorme revelancia para la democracia regional y mundial, como es la unidad de las oposiciones de Cuba y Venezuela que luchan contra un mismo enemigo, violento, armado y decidido a aplastar a quienes se les enfrenten, como la dictadura de Raúl Castro, Díaz Canel y Maduro y cuyos adversarios deben decidir rápidamente con que estrategia se les oponen: si con la pacífica y electoralista, o la armada y cívico-militar.
Desgraciadamente una oposición de masas cubana -tal como
existió en Venezuela hasta hace poco tiempo- no apareció hasta
el 11 de julio pasado y por no tener siquiera nexos con los grupos y
líderes políticos que heroicamente luchan dentro y fuera de Cuba contra la
longeva tiranía de los Castro, resulta difícil, si no imposible,
encontrarse con ella frente a frente y avanzar en una estrategia común.
Vale decir que, lo que conocemos de la rebelión que sacudió a
Cuba y al mundo los días 11, 12 y 13 de julio-y
continúa produciendo réplicas-fue lo que seguimos por las redes
sociales -y alguna que otra cadena de televisión por cable- y en
sentido alguno los nombres y caras de líderes, partidos u organizaciones
que aparezcan como responsables del cataclismo.
Todo lo cual nos lleva a concluir que estamos frente a una rebelión
espontánea, típica de sociedades dominadas por dictaduras totalitarias
donde han desaparecido partidos, sindicatos, grupos o cualquier otra forma
de acción política de la sociedad civil, igual o parecida a las
que surgieron en la Unión Soviética y los países de Europa del Este
poco antes de la caída del Muro de Berlín y el colapso del Imperio
Ruso, y que más allá de la oposición pública
y reconocida de “Las Damas de Blanco” y de las
organizaciones que lideran Guillermo Fariñas, Joany Sánchez y Rosa María
Payá, venía “formándose”, como los huracanes, lenta, silenciosa y
sinuosamente y acumulando la furia de un estalillo
social cuya profundidad e intensidad no fue esperada ni
sospechada ni siquiera por el siempre alerta G-2.
Otra muestra, en definitiva, de que en Cuba, como en la URSS y los Países
de Europa del Este -exceptuando Polonia- el rechazo y repudio al sistema
comunista tomó formas asintomáticas y ello fue la mejor
garantía de que, por lo menos, durante las primeras 24 horas de la
explosión, los feroces cuerpos represivos cubanos no “leyeran” lo que
estaba pasando.
El histórico video de la manifestación en Camaguey, donde una
gigantesca manifestación popular puso a correr a los cuerpos represivos y
es posible que hasta haya tomado cuarteles de la policía y
el Ejército, es una prueba cabal de lo que venimos afirmando.
Vimos manifestantes declarando que “se había liberado a Cuba” y que “era
el fin del comunismo” y es posible que en el “instante” estuvieran
diciendo la verdad, si bien, igualmente, debe creerse que
los cuerpos represivos y militares se repusieron rápidamente
y tomaron de nuevo el control de la situación.
Como sin duda ha sucedido en la totalidad del país, pero sin que resulte
posible negar que, por lo menos, durante tres días Cuba, la Cuba que
durante 62 años oprimen los Castro y Diaz Canel fue libre, sintió que
había derrotado al comunismo y restaurado la democracia y
el estado de derecho y ya sabemos que son sabores y sentimientos
difíciles de olvidar, de apagar y no volver a recordar y encender para que
la libertad permanezca y encandile de una vez por todas y para
siempre a la patria de Martí y “Las Damas de Blanco”.
Por ahora, de la Cuba post 11 de julio, solo están llegando noticias de la
bestial represión que están desatando los esbirros de Raúl Castro y Díaz
Canel, pero sin que pueda apostarse que se sostenenga más allá de
las críticas, amenazas y presiones que pronto empezará a soltar
la comunidad internacional contra la dictadura más longeva del mundo.
En otras palabras, que una historia y una narrativa muy diferente a lo que
sucede en Venezuela, donde una oposición acosada por la dictadura
de Maduro, con más de 400 presos políticos en las cárceles
y noticias de persecusiones, detenciones y torturas que se suceden a
diario, mantiene una “mesa de diálogo y negociación”
con representantes del dictador Maduro y con la
expectativa de concluir un “Acuerdo de
Salvación Nacional”, cuyo
máximo logro sería que el régimen acepte unas autoridades electorales
independientes (el fatídico CNE) que serían los árbitros en una
elección presidencial que se celebraría el próximo año.
Y no es realismo mágico, sino la “real politik” que conducen los líderes
de los partidos de oposición agrupados en una entente que se conoce
como el G4 (Voluntad Popular (VP), Acción Democrática
(AD), Primero Justicia (PJ) y Un Nuevo Tiempo (UNT) y cuyo máximo
líder es el Presidente (Interino), Juan Guaidó, nombrado
por disposición de la Asamblea Nacional electa con mayoría
absoluta opositora el 6 de diciembre del 2015.
Ducho, más que cualquier otro líder mundial, en cuestiones de
diálogos y negociaciones puesto que ha promovido más de tres
-casi que con los mismos enviados de la oposición y de
la contraparte-, pero sin que se haya arribado a ningún acuerdo, o, por
lo menos, a uno que el gobierno haya reconocido y respetado.
Pero es la cultura y el estilo que han cultivado y practicado durante 22
años la oposición venezolana y también las dictaduras de Chávez y
Maduro y que caracterizamos en un artículo anterior como típico de
un proceso nacido en la postGuerra Fría, donde socialistas y
capitalistas, dictadores y demócratas establecieron que aún las
más sangrientas luchas por el poder podían resolverse en las “mesas
de diálogo y negociaciones”.
Que es lo que indica la experiencia histórica y política de todos
los tiempos y países, cuando las guerras y conflictos se plantean
entre gobiernos y ejércitos civilizados, que respetan, no solo las reglas
de la guerra sino las de la paz, no solo las de los conflictos sino
las de los diálogos y no en tiempos en que una de las partes son marxistas
totalitarios y socialistas, cuya única regla es cumplir solo
aquellas que les favorecen y no las que los perjudican.
Por eso, no es que no se pueda negociar y dialogar con marxistas
totalitarios y socialistas, pero tomando todas las garantías
y previsiones que lo hacen de “buena fe” y no para ganar tiempo y salirse
al final “con la suya”.
En este caso, mantener el poder, avanzar en el control más
absoluto del país y de quienes se les oponen y no
dejarles otra salida que someterse, rebelarse o volver a otra
“mesa de diálogo y negociaciones” a repetir la historia.
Momento especialmente crítico que ahora atañe también a otro factor
de enorme revelancia para la democracia regional y mundial, como es la
unidad de las oposiciones de Cuba y Venezuela que luchan contra
un mismo enemigo, violento, armado y decidido a aplastar a quienes se
les enfrenten, como la dictadura de Raúl Castro, Díaz Canel y Maduro
y cuyos adversarios deben decidir rápidamente con qué estrategia se les oponen: si con la
pacífica y electoralista, o la armada y cívico-militar.
La Brigada de bastoneros "Nike"

Cuba: el funcionario Lacoste golpea al artista harapiento
Miguel Henrique Otero - En decenas y decenas de videos, más o menos el mismo y extremo contraste material: unos funcionarios muy bien alimentados, vestidos con ropas de marca, gente planchada y con todos los accesorios en su lugar, insultan y golpean a hombres flacos, vestidos con ropas desgastadas, casi incoloras, con huecos de tanto uso.
Uno de ellos, al que dos hombrones levantaron por el aire, para lanzarlo a continuación a la parte trasera de un camión –como quien tira un trasto al camión que recoge los desechos–, lleva un jean de tres o cuatro tallas más grandes que la suya. No tiene cinturón sino un cordel de cáñamo o de sisal, con el que sostiene sus abombados pantalones. La escena es inequívoca del declive de la Revolución cubana: unos funcionarios inflamados y envueltos en prebendas y prácticas de corrupción, que se ensañan con personas pobres o pobrísimas.
Otra escena: un grupo de defensores de la revolución marchan por una avenida de La Habana. Gritan consignas y llevan unos palos de sólida madera en las manos. Algunos lo levantan, listos para dejarlo caer sobre la cabeza del primero que se oponga. También van vestidos con cuidado. La cámara baja hacia el pavimento: casi todos llevan zapatillas Nike negras, con detalles blancos. No hay duda: el represor, en Cuba, es un sujeto bien remunerado. Come bien, se viste con esmero y golpea con fuerza impune a personas indefensas.
Como reacción a las protestas en curso, el régimen castrista ha iniciado una feroz campaña propagandística, grotesca y costosa: mascarillas rojas, gorras rojas, franelas rojas, chaquetas rojas y quién sabe cuánto más, y cientos de miles de afiches y pancartas con esta frase: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen”. El comunismo hambreador y criminal es el que ama, el hambriento que protesta por su hambre es el que destruye. Es obvio, pero debo anotarlo: hay dinero para mentir y distorsionar, no para paliar el hambre.
Por una parte, intentan desprestigiar, socavar el ánimo de los ciudadanos. Más todavía: amenazan. Burócratas y funcionarios de alto rango –los enchufados del régimen– llegan hasta las proximidades de los comercios donde hay largas colas para decir, en voz alta, que el gobierno hará todo lo que esté en sus manos para defender la revolución. En una de esas colas, una mujer de unos 60 años, con una bolsa de plástico en las manos, le grita al fornido de blanca guayabera planchada: ¿Y qué vas a hacer,... me vas a matar?
En decenas de videos domésticos, no solo de La Habana sino de otras localidades cubanas, pequeñas ciudades y pueblos, costeros o del interior de la isla, es abrumadora la presencia del deterioro, las paredes desconchadas o sin recubrimiento, los artefactos dañados, la herrumbre de las cosas que se mantienen una vez que han cruzado el umbral del agotamiento. La de Cuba es una pobreza omnipresente, convertida en paisaje, en realidad cotidiana, en aplastante atmósfera. Imposible de ocultar. Es lo que se respira: precariedad por todas partes. Un mundo que respira en medio de un incalculable deterioro.
Las personas que hablan en esos videos no necesitan decir ni una palabra, ni formular una denuncia, para que los espectadores entendamos: viven sometidos a los rigores del hambre. Pero, contrariando una tendencia que ya tenía un carácter histórico, estas protestas han desestimado cualquier previsión: el pueblo cubano ha roto el silencio. Ha roto el silencio y ha hecho sentir sus voces en todo el planeta.
He leído a varios estudiosos y analistas de la historia cubana contemporánea y todos coinciden en la conclusión principal: las protestas fracturaron una recurrencia de casi seis décadas. ¿En qué consiste esta fractura? Que los diques se han fracturado. Que los controles mostraron su limitación. Los cubanos se demostraron a sí mismos que podían protestar y captar la solidaridad del mundo. Experimentaron y comprendieron que el hartazgo puede salir a las calles, expresarse abierta y pacíficamente, a pesar de que el régimen vigila y controla todos los espacios, todas las comunicaciones, todas las reuniones, todos los esfuerzos por organizarse. Salieron a la calle a pesar de que conocían la respuesta que recibirían, la de la represión pura, dura y sistemática. Los jóvenes sabían que los corpulentos funcionarios Lacoste los atacarían. Y habían previsto, porque de ello se habla en muchos de los videos, que a los detenidos los desaparecerían, que algunos serían torturados, que las familias serían sometidas a días de ocultamiento, desinformación e incertidumbre. A nadie debe escapar este hecho: cuando un cubano sale a la calle a protestar, lleva consigo su cuota de miedo, pero también, una voluntad que se mide con ese miedo y lo vence.
La otra cuestión que es necesario mencionar se refiere al recurso, al arma de los teléfonos móviles, que en el caso de Cuba cumplen una tarea fundamental, que es la de documentar, nada menos que la que está llamada a ser la última fase del castrismo. Miles y miles de videos que registran lo que está ocurriendo: atrás han quedado los tiempos en que el represor podía ocular sus conductas bárbaras. La lucha cubana tiene en los teléfonos inteligentes su principal recurso.
Y es que, a pesar del peso y la organicidad del sistema represor cubano; a pesar de soplones, milicias, policías, energúmenos y bestias de distinta especie; incluso, a pesar del temor irreducible, que es legítimo y hasta necesario, la sociedad cubana, sobre todo los más jóvenes, han dicho no más. Se acabó. Ya no escuchan la retórica del régimen. Claman por otra vida. Hablan de trabajo, progreso y democracia. Con fuerza y convicción. No quieren saber de excusas, explicaciones truculentas ni de enemigos ficticios. Quizás, como nunca entes, el palabrerío del régimen, su sonoridad hueca, sus adjetivos impotentes, han perdido su eficacia. Cuba parece hacer entrado en la milla final. Eso significa que, en cualquier momento, tendremos una gran noticia que celebrar. También en Nicaragua, también en Venezuela.
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