HITLER Y PUTIN: 2 DEMENTES Y 1 DESTINO
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La Walter PPK
► ONU: EVIDENCIA DE TORTURA A NIÑOS EN INVASIÓN RUSA A UCRANIA
►
¿POR CUÁNTO TIEMPO PODRÁ UCRANIA MANTENER SU AVANCE
MILITAR?
► HUYEN RUSOS EN EDAD MILITAR PARA EVITAR SU ENVÍO A UCRANIA
► LA
WALTER PPK CON LA QUE HITLER SE SUICIDÓ ¿ CUÁNTO VALDRÍA AHORA?
El opositor ruso en el exilio, Mijaíl Jodorkovski, dijo en una entrevista con France 24 desde Londres que la invasión de Ucrania es un "suicidio" político para el presidente ruso Vladimir Putin, quien "no puede ganar en Ucrania, incluso si logra tomar Kiev o Járkov". Esta guerra es el resultado de una "decisión emocional" de Putin, agregó el exoligarca.
"Buen disparo, señor,..."
Un fracaso llamado Putin
Trino
Márquez - A Vladimir Putin
la invasión a Ucrania no le salió como sus generales y asesores le habían
dicho, y como él mismo –que se considera un estratega militar brillante debido
a su larga pasantía por el KGB- había pensado.
Pasados siete meses de la invasión el panorama
se le ha revuelto en varios frentes.
La llamada Operación Militar Especial no ha servido para
cohesionar a sus oficiales y a su ejército, la promesa de que sería una
maniobra rápida y sin mayores consecuencias para los soldados, tampoco
cristalizó, y durante las semanas recientes ha ido perdiendo territorios que
había tomado durante los meses iniciales de la incursión, en el noreste
ucraniano.
En Járkov lo han obligado a retirarse de forma humillante.
Actualmente, hasta la península de Crimea, cuya anexión los rusos consideraban
irreversible, se encuentra amenazada.
Los sucesivos éxitos de la contraofensiva ucraniana le ha
permitido pensar a Volodimir Zelenski en la posibilidad de recuperar ese
territorio donde los invasores se encuentran firmemente asentados.
La demora en alcanzar los objetivos previstos, el elevado costo
que está teniendo para la economía rusa y el Ejército y, más reciente, las
sucesivas derrotas militares, que el régimen no logra ocultar, han creado un
descontento interno que va extendiéndose desde los opositores más firmes hasta
grupos y sectores que lo habían acompañado en la aventura de forma discreta o
guardando un silencio cómplice.
Plutócratas que amasaron sus fortunas con el apoyo del autócrata
han manifestado su descontento con la forma como ha sido conducido el
conflicto.
Concejales de Moscú, San Petersburgo y otras ciudades rusas
rechazaron la incursión en un documento público. Sin ser masivas las denuncias
y protestas, distintos factores sociales han manifestado de forma abierta el
descontento. En el frente de guerra están produciéndose deserciones y
claudicaciones consideradas vergonzosas. Los jóvenes soldados y oficiales
piensan mucho más en preservar sus vidas que en morir para satisfacer las
ansias imperiales del autócrata. Las diferencias entre este ejército y el que
combatió a los nazis son abismales.
En la Segunda Guerra Mundial se peleaba a muerte por defender la
Patria; ahora se lucha por «desnazificar» un territorio que «siempre» ha sido
ruso. ¿Quién puede movilizarse con pasión por semejante desvarío?
Además de los numerosos problemas políticos y militares que Putin
confronta en el plano interno, durante las semanas recientes han surgido
importantes dificultades con sus aliados en el escenario internacional. En la
reciente Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Samarcanda,
India y China encararon de formas distintas al jefe del Kremlin.
Narendra Modi, primer ministro indio, le dijo que “no es época de
guerras”; y el líder chino, Xi Jinping, mostró sus «preocupaciones» por la
guerra de Ucrania. Las actitudes de Modi y Xi obligaron a Putin a urdir unas
explicaciones que no suele conceder. Se considera el nuevo zar de la Madre
Rusia.
Hasta Recep Tayyip Erdogan –primer ministro de Turquía- le pidió
en una entrevista que devuelva todos los territorios ocupados en Ucrania.
Aunque, dice Zelenski, la victoria total está lejos de obtenerse,
el cuadro nacional e internacional que enmarca la acción de Putin luce muy
complicado.
Las críticas provienen de todos lados. Las derrotas militares y
políticas aunque parciales, son continuas. Su respuesta dentro de Rusia ha sido
la habitual: mayor represión y control de los medios de comunicación; reproches
cada vez más agresivos a los oficiales y soldados que se encuentran en el
frente de batalla; amenazas con usar armas atómicas, declarar el Estado marcial
y movilización general de los rusos, lo cual le permitiría decretarle la guerra
total a Ucrania, ahora sí sin eufemismos. Ha organizado unos referendos para darle
un viso de legalidad a la anexión de los territorios de Donestk y Lugansk, en
la zona del Donbás, como si este formalismo jurídico resolviese el problema
real representado por la invasión.
Por el lado de sus adversarios, la pintura se ve muy diferente. El
presidente Zelenski disfruta de un altísimo grado de aceptación y legitimidad
interna e internacional.
Su liderazgo no muestra fisuras. La moral de sus oficiales y
soldados parece indestructible. Cada vez se planean metas más ambiciosas, pero
factibles de alcanzar debido a los persistentes errores de sus enemigos y a las
fortalezas internas de los ucranianos. Los aliados de Kiev se mantienen
cohesionados, a pesar del alto costo que está teniendo el conflicto para Europa
en inflación, especialmente por el aumento de la energía y los alimentos. La
OTAN, en vez de quedar fracturada, tal como se planteaba Putin, se ha expandido
y mantenido unida. Esa firmeza le ha permitido a Zelenski asestarles varios y
duros golpes a los rusos.
La respuesta de Occidente, sobre todo de Estados Unidos, ante las
amenazas atómicas de Putin ha sido categórica: ¡No se le ocurra, señor,
utilizar ese tipo de armas! El contexto internacional (y también el doméstico)
no favorecen esa clase de recursos extremos. Aunque con personajes como él,
mejor es estar prevenido.
A Putin resulta indispensable obligarlo a fracasar totalmente.
Putin no se salvará de la derrota
Infobae - Cuatro errores clave, falta de
reconocimiento de ellos y un camino que conduce a la derrota. El panorama que
traza el analista Lawrence Freedman, de la revista Foreing
Affairs, señala que el futuro de Rusia de la mano de
Putin en la invasión a Ucrania no arroja ninguna posibilidad de concretar las
pretensiones del Kremlin el 24 de febrero, día en que sus tropas cruzaron la
frontera por el norte, el este y el sur de su país vecino.
¿Qué pasó en los
casi siete meses que transcurrieron desde entonces? El día del anuncio de
la movilización parcial de reservistas, el presidente ruso, Vladimir
Putin, mencionó a la OTAN como la responsable de
que su país todavía no haya ganado la guerra. Aseguró que el apoyo
brindado al gobierno de Volodimir Zelensky interfirió en los planes rusos para
imponerse en el conflicto. Cuando Putin dijo “ciertamente utilizaremos
todos los medios a nuestra disposición” si se viola la integridad territorial
de Rusia, su amenaza nuclear iba dirigida a la OTAN.
La otra herramienta
que esgrimió Putin para frenar la contraofensiva ucraniana es más clásica:
sumar más volumen de tropas. “Serán reclutados ciudadanos de la reserva y
aquellos que estuvieron en el ejército que cuenten con experiencia. Todos
los reclutados tendrán capacitaciones adicionales que tomarán en cuenta el
conflicto militar”, dijo durante su alocución televisa. el miércoles. Más
tarde, su ministro de Defensa, Serguei Shoigu, le puso un número al decreto de
su jefe: 300 mil hombres.
Durante el mensaje
televisado, Putin ordenó a los jefes de todas las unidades,
prestar todo el apoyo necesario y que todos aquellos ciudadanos que serán
reclutados “contarán con todas las garantías sociales de los militares
contratados”.
“El decreto de la
movilización parcial prevé medidas para los ministros y las empresas de la
industria de defensa. Tendrán que aumentar la producción de armamento y
desplegar más capacidades de producción”, indicó Putin.
Además acusó a los
aliados occidentales de Ucrania intentar destruir su país con
armas nucleares y recordó que Moscú también cuenta con este
tipo de recursos para defenderse.
Freedman considera
en su análisis que Putin se niega a reconocer una derrota y continúa
dando manotazos de ahogado. El anuncio de la movilización parcial es
un ejemplo de ello. En lugar de intentar aminorar sus pérdidas y retirarse para
evitar que las cosas se pongan peor, insiste en que sus objetivos se
alcanzarán, aunque ya no son los mismos que llevaron a la invasión en
febrero. Pequeñas ganancias de territorio que se creían fáciles de
obtener han costado mucho más de lo previsto en tiempo, tropas y
equipos.
A comienzos del
conflicto, Putin veía a Ucrania como un país fácil de vencer y sin capacidad
militar. Su mirada lo llevó a creer que la resistencia ucraniana se derrumbaría
rápido y que entonces el país podría ser subyugado, lo que finalmente no
sucedió. Ante el fracaso, Putin ahora se ha visto obligado a buscar nuevos
maneras para aumentar sus tropas.
Imagen de archivo
de dos cadáveres rusos en Irpin, cerca de Kiev. EFE/EPA/ROMAN PILIPEY/Archivo
Los errores
En Foreign
Affairs, Freedman enumera cuatro errores claves cometidos por Putin que lo
llevaron a la situación actual:
1. Se equivocó
al no utilizar los medios diplomáticos para intentar poner fin al
conflicto cuando ya era consciente que no iba por buen camino. En las
primeras semanas tras la invasión, Putin tuvo innumerables oportunidades para
dialogar con líderes mundiales, incluso a nivel de ministros de Asuntos
Exteriores bajo los auspicios de Turquía. Según Freedman se obtuvieron avances
en las ideas relacionadas con la futura neutralidad ucraniana a cambio de
garantías de seguridad, pero nunca llegaron a concretarse y Rusia no fue capaz
de convencer a los ucranianos de que cualquier concesión por su parte iba a
conducir a una retirada rusa.
2. Putin creyó
que recortar el suministro de gas natural a Europa provocaría que los gobiernos
occidentales presionaran a Ucrania para que hiciera concesiones y
dejara de proporcionarle ayuda militar. Sin embargo, no hubo ninguna queja
entre los europeos para abandonar a Ucrania y aliviar el dolor económico
causado por el recorte del gas. Al contrario, Europa decidió llevar adelante
enormes esfuerzos para reducir su dependencia del gas ruso, haciendo que el
Kremlin pierda un mercado vital a largo plazo.
3. Tras el fracaso
de la ofensiva inicial en Kiev, Putin se centró en las ganancias
territoriales en el Donbás. Para Freedman, la campaña en el este tenía más
sentido desde el punto de vista político y podía ejecutarse de forma más
deliberada y sistemática. De todos modos, implicaba también asumir un alto
número de bajas para obtener pequeñas ganancias. Al mismo tiempo, mientras las
capacidades ucranianas crecían, quedaban más en evidencia las vulnerabilidades
rusas. El Kremlin no contaba con reservas para reforzar las defensas en las dos
regiones al norte y al sur del Donbás -Kharkiv y Kherson- y al haber elegido
defender Kherson dejó a sus fuerzas rusas expuestas en Kharkiv.
4. Por
último, dado que la invasión fue pensada como una operación rápida, y
por lo tanto limitada, la misma no fue acompañada de una movilización
completa. De hecho Putin tardó cinco meses en referirse al conflicto
como una guerra. En su visita a Irán en julio, el líder ruso expresó: “Nadie
está a favor de la guerra. La pérdida de vidas de gente corriente es una gran
tragedia. Sin embargo, el comportamiento de Occidente no nos ha dejado otra
opción que reaccionar”. Fue la primera vez que decía la palabra “guerra”. Por
ende, Rusia nunca tuvo suficientes tropas para llevar adelante un conflicto tan
largo. En lugar de reconocer las dificultades, Putin buscó nuevos reclutas
ofreciendo sobornos y engatusándolos para que entraran en servicio.

Un cañón autopropulsado alemán Panzerhaubitze 2000 se ve en la línea del frente, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en la región de Donbas, Ucrania 20 de agosto de 2022. REUTERS/
Milicias privadas
Al igual que muchos
otros países, incluido Estados Unidos, Rusia ha utilizado durante años empresas
militares privadas, que son organizaciones con ánimo de lucro que prestan
servicios militares durante la guerra. La creciente visibilidad de estos grupos
en Ucrania revela la tenue situación de los esfuerzos militares de Rusia, así
como la inestable situación política interna de Moscú, sostiene el experto
Christopher Michael Faulkner.
Muchos de los que
ya estaban uniformados, como los de la marina, fueron llamados a desempeñar
funciones para las que no habían sido entrenados. El Grupo Wagner,
el conjunto de mercenarios rusos con estrechos vínculos con el Kremlin,
debió ofrecer a los prisioneros una salida a sus condenas para que se
sumen como voluntarios en el frente. Las operaciones se tornaron cada vez
más difíciles porque las unidades de combate son incoherentes y están
conformadas por grupos mal entrenados que nunca trabajaron juntos previamente.
Todas estas
deficiencias hicieron que Ucrania pudiera avanzar con mayor rapidez y, para
Freedman, es tarde para el intento de Putin de modificar el rumbo de la guerra
con la movilización, mientras que la amenaza de usar armas nucleares solamente
agravaría la historia sin modificar el rumbo que el propio líder del Kremlin ha
marcado. El de su derrota
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