MADURO, MALANDRO DE ALTO VUELO
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Nicolás Maduro ¿iría a Teherán para agradecer a los muhla los 3 aviones - sancionados por Estados Unidos, que le regalaron?
► LA ECONOMÍA DELICTIVA DEL RÉGIMEN DE MADURO LE REPORTA US$ 10.000 MILLONES AL AÑO
"Estamos avanzando,..." dice Nicolás Maduro
Maduro: Poder prestado; aviones regalados
Laureano Pérez Izquierdo - Infobae - El dictador venezolano Nicolás Maduro arriba a Teherán el pasado 10 de junio. Lo hizo abordo del Airbus A340-642 matrícula YV3533 de Conviasa que era propiedad de Mahan Airlines. Las dos líneas aéreas y el avión están sancionados por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos (Palacio de Miraflores)El pasado 10 de junio, cuando el escándalo por los aviones iraníes en América Latina aún volaba bajo, Nicolás Maduro llegó a Teherán. Arribó tras una breve visita a Turquía. Una aeronave del Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa), que suele unir Caracas con la capital oriental con pocos pasajeros pero mucha carga, lo depositó allí. El dictador chavista estaba exultante en ese avión comercial matrícula YV3533.
Tanto la empresa
como la nave fueron sancionadas por el Departamento del Tesoro de
los Estados Unidos. Mahan Airlines había
transferido el vehículo a la empresa venezolana el pasado 15 de marzo. El
heredero de Hugo Chávez está al tanto de todos esos detalles.
Ese Airbus
A340-642 se muestra activo en toda la región latinoamericana. Estuvo
cuatro veces en Argentina antes de que el Boeing
747 de la empresa venezolana-iraní Emtrasur fuera retenido
en Ezeiza. Una vez voló desde La Habana, Cuba (28
de abril) y otras tres desde Caracas (2, 9 y 16 de mayo). La
semana pasada fue Chile el país que lo recibió.
En total son tres
los aviones que el régimen iraní transfirió generosamente a sus pares
chavistas:
► YV3531 el
Boeing 747 de la facilitadora Emtrasur;
► YV3533 de Conviasa y
usado por Maduro en su gira por Medio Oriente y
que estuvo en la Argentina reiteradas veces.
► YV3535, otro Airbus
A340-642 sancionado por el Tesoro y transferido el 13 de junio
por Mahan Airlines a Conviasa.
La particularidad
de este último radica en que cuando quiso aterrizar en Buenos
Aires proveniente de Caracas la semana última decidió
desviarse a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para
evitar la misma suerte que el Boeing de carga diversa y quedar
a disposición de la justicia local. Dejó varados a 200 pasajeros. Esta semana
esa aeronave voló a Teherán.
Una vez en Irán aquel
10 de junio, Maduro se sintió cómodo, como en casa.
Se reunió con el
jefe de estado Ebrahim Raisi, rindió tributo a Qassem Soleimani -el general acusado de
terrorismo abatido en enero de 2020- y firmó múltiples acuerdos de
cooperación en diversas áreas con letra
tan pequeña que muy pocos los entienden.
Desde allí, durante
una entrevista agradeció al presidente argentino Alberto Fernández por
haber sido su vocero en la IX Cumbre de las Américas en Los
Ángeles frente a Joe Biden, pese a que la
justicia argentina aún busca la manera de capturar y enjuiciar a los miembros
del régimen de los ayatollah que participaron de los ataques terroristas
ejecutados por Hezbollah contra la Embajada de
Israel en 1992 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA)
en 1994. En ambos atentados murieron asesinadas un total de 107
personas. Al jefe chavista parece no importarle esa sangre inocente.
Pero al parecer
tampoco le interesaría aliviar las sanciones de su país.
Venezuela está a muy poco de
conseguir normalizar en parte las relaciones con los Estados
Unidos algo impensado meses atrás. Esto generaría un importante alivio
para que le economía de aquel golpeado país con índices de pobreza extrema
recobre impulso.
Washington podría
comprometerse a levantar sanciones y a permitir la libre comercialización de
petróleo, algo que en el actual contexto internacional significaría una entrada
de divisas extraordinaria no sólo para las arcas de Caracas sino,
en definitiva, para su población.
Nicolás Maduro se
reúne con el jefe de estado iraní, Ebrahim Raisi en Teherán, Irán el pasado 12
de junio (Palacio de Miraflores)
Sin embargo, el
acercamiento de Maduro con Teherán podría
derribar esa oportunidad histórica. El sucesor de Chávez pone
en riesgo el desarrollo de la economía venezolana y el futuro de su
administración por sus vínculos con la Guardia Revolucionaria Islámica
de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés), organización considerada
terrorista por la Casa Blanca.
El ejemplo del
avión de Emtrasur inmovilizado en Argentina debería
actuar como aviso de lo riesgoso que son los vínculos carnales que unen Caracas con Teherán.
Los lazos de esa nave con la IRGC podrían provocar una
catarata de nuevas sanciones en Venezuela. ¿En Buenos Aires también
comienzan a ponerse nerviosos por una derivación semejante?
Protagonistas de
peso dentro del Palacio de Miraflores creen que también se
podrían levantar algunas de las amonestaciones que someten a los popes del
régimen. Militares y ministros con intereses en el exterior son los que más
empujan para que se aleje a los iraníes del caribe y se firme el armisticio con
el Tesoro norteamericano.
Es que el escándalo
del avión no sólo impactó dentro del régimen chavista. Bolivia, Paraguay, Chile y Uruguay se
vieron salpicados por los sospechosos vuelos amparados por Venezuela.
Esos gobiernos sienten haber sido engañados y haber quedado involucrados en una
trama de servicios secretos, grupos terroristas y tráfico de armas o posible
material bélico. “Es más fácil confeccionar la lista de cosas que no
subieron a esos aviones que el inventario de cosas que transportan”,
ironizan en Caracas.
Otros van más allá
e intentan interpretar a Maduro. “¿Acaso no se quejó siempre y
repetía él y sus voceros que las sanciones eran la causa de todos los males de
los venezolanos?”, dice un hombre fuerte de la justicia chavista que
prefiere preservar su identidad y su trabajo. Ahora está al alcance del
dictador caraqueño eliminar gran parte de esas sanciones que tanto dijo que
afectaban la vida de los venezolanos. Quizás sienta que si lo hace
quedan al desnudo sus excusas. O sus negocios.
Por petróleo baila el Imperio
Altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos han viajado discretamente a Caracas en un nuevo intento de reconstruir las relaciones con el ex-gigante petrolero sudamericano mientras la guerra en Ucrania se prolonga, lo que ha hecho subir los precios de la gasolina y obligado a Washington a recalibrar otros objetivos de política exterior.
La
presencia de la delegación norteamericana fue confirmada por el propio dictador
Nicolás Maduro, quien este lunes afirmó que Jorge Rodríguez, presidente de la
Asamblea Nacional chavista, fue el encargado de recibir a los funcionarios
norteamericanos: “Está reunido con una
delegación de Estados Unidos y está trabajando para darle continuidad a las
comunicaciones iniciadas el 5 de marzo y para darle continuidad a la agenda
bilateral entre Venezuela y Estados Unidos”.
“Seguimos
conversando diversos temas”, agregó Maduro en un acto transmitido en la
televisión oficial.
La
delegación que llegó el lunes a Caracas incluye al embajador James Story, que dirige la Unidad de Asuntos
Venezolanos del gobierno estadounidense desde la vecina Colombia, según indicó
un portavoz del Departamento de Estado bajo condición de anonimato para no
interferir en las discusiones diplomáticas.
La
comitiva también incluye a Roger
Carstens, el enviado presidencial especial para asuntos de rehenes.
El
funcionario del Departamento de Estado describió el viaje de Carstens como una
visita de bienestar centrada en la seguridad de varios ciudadanos
estadounidenses detenidos en Caracas, incluido un grupo de ejecutivos de la
compañía petrolera Citgo, con sede en Houston, que están encarcelados desde
hace más de cuatro años.
No está claro qué más pretenden conseguir los funcionarios
estadounidenses durante la misión. Pero se da tras una visita sorpresa en marzo
de Story y Carstens y de Juan Gonzalez,
el director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental,
que fue el primer viaje de la Casa Blanca al país sudamericano en más de dos
décadas.
El
mismo día que Washington informó de la visita a Caracas, Maduro confirmó su
reunión “con una delegación estadounidense de alto nivel”, a la que transmitió
su voluntad de “avanzar en una agenda que permita el bienestar y la paz”,
después de años de enfrentamiento entre ambos países.
Desde
entonces, tanto la administración de Biden como la dictadura de Venezuela han
mostrado una disposición a comprometerse después de años de hostilidades entre
Washington y Caracas a raíz de la reelección de Nicolás Maduro en 2018, que se
vio empañada por irregularidades y denuncias de fraude.
Primero,
el dictador chavista liberó a dos estadounidenses como gesto de buena voluntad
y prometió reanudar las negociaciones en México con la oposición respaldada por
Estados Unidos.
Posteriormente, Washington renovó una licencia para que las
empresas petroleras, incluida Chevron, puedan seguir operando en Venezuela, que
ha estado bajo fuertes sanciones desde 2019. Luego, a principios de
este mes, la Casa Blanca levantó las sanciones a un alto funcionario venezolano
que es sobrino de la primera dama Cilia Flores.
No
obstante, una de las condiciones que Estados Unidos pone para que las
relaciones con Venezuela se retomen y se estabilicen es que tanto
la oposición como el chavismo vuelvan a Ciudad de México para reiniciar los
diálogos de paz.
Noruega
ha sido facilitador del diálogo entre la dictadura de Nicolás Maduro y la
oposición venezolana. Sin embargo, la delegación del chavismo se retiró de las
negociaciones celebradas en México en protesta por la extradición de Cabo Verde
a Estados Unidos del colombiano Alex
Saab, testaferro de Maduro.
Días
atrás, el secretario de Estado norteamericano, Antony
Blinken, dijo creer que el régimen de Maduro y la oposición reanudarán las
conversaciones. En la clausura de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles a la
que no fue invitada ninguna de las partes venezolanas, renovó la disposición de
Washington a suavizar las sanciones si Maduro se compromete con la oposición de Juan Guaidó.
Las dos
partes “han señalado la intención de reanudar esas conversaciones y
negociaciones en la Ciudad de México”. “Esa es la información
más reciente que tenemos”, dijo el jefe de la diplomacia norteamericana a
periodistas.
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