“3 EN 1" , LUBRICANTE CON ¿FUTURO ?

EL COLAPSO DEL INTERINATO Y EL FUTURO DE LA OPOSICIÓN - Manuel Malaver CHAVISMO APRUEBA PROYECTO DE LEY QUE CRIMINALIZA A LAS ONG ORTEGA, SOCIO DE MADURO YA  DISOLVIÓ MÁS DE 3.000 ONG EN NICARAGUA   - DW Manuel Malaver – Especial para EdC - Si no fuera por las multitudes de docentes que desde el lunes 9 de enero pasado tomaron las calles de Venezuela para protestar contra el salario de bambre que la dictadura de Maduro les ha fijado en 30 dólares mensuales, podría establecerse que la entronización del sistema socialista en el país sigue sin mayores perturbaciones y que dentro de poco seremos una segunda Cuba aunque con v´´iaas de escape que incluyen la frontera terrestre y los vuelos aéreos. Pero hay también focos de enfrentamientos y revueltas en la llamada “Zona de Hierro,” que tienen como centro a la ciudad de Puerto Ordaz o Ciudad Guayana, donde los obreros de las otroras prósperas empresas del hierro, el aluminio y la bauxita han tomado sus lugares de trabajo como punto...

PUTIN Y SUS BESTIAS TOTALITARIAS


El can Cerberus - Stephan Kopinski

ZELENSKI DENUNCIA CAMPOS DE CONCENTRACIÓN RUSOS Y DEPORTACIONES A SIBERIA

UCRANIA DESTRUYÓ EL PUESTO DE MANDO RUSO EN KHERSON.  2 GENERALES RUSOS HABRÍAN SIDO ABATIDOS Y OTRO ESTARÍA GRAVEMENTE HERIDO.

 

Nicolás Maduro: "Don´t worry,... be happy."... Tengo todo bajo control

Andrés Velásquez Maduro, anunciando dos festivales en Venezuela: festival de la salsa y festival del merengue. Que insolencia. Que manera de burlarse del sufrimiento de todo un país. Pero hagan lo hagan no podrán esconder la pobreza, el hambre,violacion de DDHH y ausencia de libertad y democracia

• “Venezuela está  preparada para enfrentar efectos de sanciones a Rusia”: Maduro

Forbes  "Esas sanciones deberían ser levantadas como las sanciones a Venezuela, a Cuba, a Nicaragua y a todos los pueblos del mundo", aseguró Maduro.

Asesor de Zelenski vaticina que en dos o tres semanas Rusia abandonará los combates  

"En dos, máximo tres semanas, la fase activa se acabará y para el 9 de mayo (día en el que Rusia celebra la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi) anunciarán victorias preliminares, dirán que las tareas han sido cumplidas y ofrecerán negociar", ha asegurado el asesor de la Presidencia ucraniana Oleksiy Arestovichal al portal independiente Meduza, con sede en Letonia.



MILITARES  RUSOS MUERTOS  al 24 de abril ascienden a 21.800.

Ukrinform. Además, el enemigo perdió – hasta el domingo - :

873 tanques,

2.238 blindados de combate

408 sistemas de artillería,

147 lanzacohetes múltiples,

69 unidades de defensa aérea,

179 aviones,

154 helicópteros,

1.557 vehículos de motor,

8 buques/lanchas,

76 camiones cisterna de combustible,

191 UAV tácticos y operativos,

28 unidades de equipo especial y

4 sistemas de lanzamiento de misiles móviles.

"V" de Vendetta, y el Primer Ministro totalitario

“Ni Catalina la Grande, ni Pedro el Grande, ni Stalin. Putin, es el precursor y creador de un orden totalitario multiforme que integra en sí al expansionismo zarista, a la ideología de la Madre Rusia, a la crueldad del stalinismo, al culturalismo fascista, al populismo de Mussolini, al integrismo religioso de Franco y al odio a Occidente y a la democracia de Hitler.

 

 

Fernando MiresEl Confidencial  - La contradicción propuesta por Joe Biden a nivel planetario es la de democracia contra autocracia. Como Biden es presidente de los EE. UU., es decir, un político y no un politólogo, no explicó la razón de esa nueva contradicción. Nueva, porque en el pasado reciente no era la principal para los EE. UU. La del periodo de la Guerra Fría, recordemos, era comunismo versus democracia. Después de 1990, sin embargo, la impresión general fue que, si no entrábamos al fin de la historia, adveníamos a un mundo multipolar que pondría fin a la confrontación de bloques. Luego, al desaparecer el bipolarismo, sería difícil situar una contradicción principal de carácter mundial.

La de Biden, democracia contra autocracia, en cambio, reactualiza en su simpleza un nuevo orden político binario, una nueva división en bloques bajo otro formato.

1. Definiciones y conceptos

No quiso decir Biden que la contradicción democracia-autocracia eliminaba otras contradicciones históricas, pero sí que la de democracia-autocracia adquiría un lugar hegemónico. Podríamos afirmar entonces que la de democracia-autocracia surge como una contradicción regulativa y que los EE. UU. ajustarán a ella, al menos durante la Administración de Biden, su política internacional.

Naturalmente, salta la pregunta: ¿Por qué democracias contra autocracias? ¿O por qué no nos habló, Biden lisa y llanamente de una contradicción entre democracias y dictaduras? ¿O es el concepto de autocracia un término de uso diplomático cuyo objetivo es no irritar a los dos principales oponentes de los EE. UU., China y Rusia? ¿O hay para Biden, y por supuesto, para quienes discutieron el nuevo antagonismo, una intención, una cuyo objetivo es caracterizar a un nuevo tipo de formación política emergente, materializada en Gobiernos que no siendo democráticos tampoco podemos caracterizar como dictatoriales? Al parecer así es: cada vez son más las naciones gobernadas de modo no democrático que no corresponden a los parámetros del siglo XX, los que tomaban como referencia a las dictaduras del mundo comunista, a las militares del sur europeo y a las clásicas militares latinoamericanas.

Inevitable será entonces preguntarnos acerca del significado del término autocracia. Intentemos, a modo de premisa, una definición preliminar. Como el nombre indica, autocracia se refiere a una forma de dominación política ejercida por un líder o un círculo político, burocrático o militar. La diferencia con una dictadura es que la autocracia no monopoliza o no intenta monopolizar todo el poder, sino que mantiene franjas o segmentos subalternos que permiten la existencia del juego político.

2. Una escala de diferencias

Para mejorar la idea, quizás sea mejor entender el concepto autocracia a partir de una escala de diferencias. Dicha escala estaría construida con los siguientes peldaños: el de un Gobierno democrático, el de un Gobierno autoritario, el de un Gobierno autocrático, el de una dictadura militar y el de una dictadura totalitaria.

Un Gobierno democrático garantiza la plena división de los poderes públicos sometidos a una constitución reconocida por toda la ciudadanía. Un Gobierno autoritario tiene como característica fundamental un sobrepeso del Ejecutivo por sobre el Legislativo y no necesariamente puede ser catalogado como no-democrático. Un Gobierno autocrático es el que concentra una parte de la totalidad del poder, manteniendo, como ya ha sido dicho, segmentos o espacios formales para la práctica política. Así nos explicamos por qué algunos autores, al referirse a las autocracias, nos hablan a veces de dictaduras electorales, o dictaduras híbridas o mixtas.

Pero una dictadura, a diferencia de un orden autocrático, no permite ningún espacio político, ni formal ni real. Una dictadura aparece allí cuando Gobierno y Estado son convertidos en sinónimos. Una dictadura totalitaria en cambio va mucho más allá en la escala antidemocrática. De acuerdo a Hannah Arendt podemos hablar de totalitarismo solo cuando en nombre de una ideología única y total desaparecen los límites que separan al espacio de lo privado del de lo público y, al ser todo político, será eliminada la política.

Y bien, hasta aquí con las definiciones.

Las definiciones son solo aproximaciones a la realidad la que al transcurrir es dinámica, cambiante y por sobre todo, histórica. Ninguna definición puede dar cuenta total del objeto definido. Toda definición es parcial y transitoria. En cada definición sobra o falta algo. En consecuencias, el punto que en este momento nos preocupa, la caracterización de las autocracias, topa con el problema de que las formas que las constituyen suelen ser modificadas en el transcurso de su propia historia.

Un Gobierno autoritario puede llegar a ser de modo inadvertido una autocracia y esta, transformarse en una dictadura. Así lo demuestra un reciente artículo de Jan Werner Müller (“Cómo soportar una autocracia”) al analizar como la autocracia ya establecida por Viktor Orban en Hungría, daba cuenta de la dificultad para precisar el carácter exacto de una autocracia en sus diversos momentos históricos.

3. Del autoritarismo al autocratismo

Orban, según Werner Müller, inició su carrera presidencial como un gobernante democrático. Luego, y muy lentamente, pasó a la fase autoritaria. Hoy es un perfecto autócrata.

Orban ha establecido un predominio absoluto del Ejecutivo por sobre los demás poderes, ha eliminado la libertad de prensa en términos casi absolutos, su partido Fidesz es Gobierno y Estado a la vez. Orban propaga un Gobierno confesional y unipersonal. En fin, el de Orban, en su cuarto periodo, está al borde de ser una dictadura con todas sus letras. Si no lo es, es porque Hungría está inserto en un marco europeo democrático- liberal, al cual él, con su concepto iliberalismo, intenta subvertir, pero del que no se puede desligar ni política ni económicamente en tanto siga siendo miembro de la UE. Lo mismo podemos decir del catolicismo ultraconservador de Kacsinsky en Polonia.

Pero a diferencias de Hungría, Polonia se encuentra geopolíticamente en peligro frente a la voracidad del imperio ruso, situación que la obliga a permanecer inscrita dentro del marco occidental, aunque solo sea por razones militares. Más cerca de Orban en su sentido integrista, nos encontramos con el Gobierno turco de Erdogan. La diferencia es que este último ha sido obligado por la oposición a recorrer un camino contrario al de su homólogo húngaro, hecho que demuestra que una autocracia puede llegar a ser dictadura, pero a la inversa, que también puede ser presionada para volver a la condición de simple Gobierno autoritario.

Desde la perspectiva de una politología-historiográfica, el proceso más interesante de todos parece ser el de Rusia desde los tiempos de la URSS. Bajo Stalin primó un régimen totalitario en el más clásico sentido del término. Pero a partir de Jruschev, pasando por Breschnev, descendió un peldaño en la escala, para llegar a conformarse como una dictadura burocrática de Estado (Nomenklatura). Bajo Gorbachov, descendió otro peldaño más, convirtiéndose en una simple autocracia personalista. Bajo Yelsin, otro peldaño hacia abajo, llegando a ser un simple Gobierno autoritario.

4. Putin: del autoritarismo al totalitarismo

Bajo Putin, en cambio, Rusia ha reiniciado un proceso ascendente en la escala no democrática. Putin inició su mandato como un gobernante autoritario (durante su primer periodo se llegó a hablar de la incorporación de Rusia a la UE e incluso a la OTAN). Todavía pertenece al G-20. Muy pronto Putin se convertiría en un autócrata con tendencias militaristas y expansivas. La reconversión de Rusia en un imperio llevaría a Putin a adoptar la forma dictatorial de Gobierno, desarticulando por la fuerza a cualquiera oposición en condiciones de disputar el poder. En la Rusia actual ya no rige un estado de derecho. La Duma (Parlamento) no es más que un brazo del presidente cuya palabra es ley, y los opositores son asesinados o encarcelados.

Y bien, durante el curso de la guerra a Ucrania, Putin ha alcanzado el último escalón antidemocrático. En el marco determinado por la guerra a Ucrania, Putin está a punto de convertir a su dictadura personal, en un nuevo sistema totalitario.

Ya de hecho, los rasgos estaban inscritos en la ideología ultraconservadora del régimen, en la reglamentación de la sexualidad, en la vigilancia de los cuerpos ciudadanos, en la multiplicación de los servicios secretos, en fin, dicho en los términos de Foucault, en el desarrollo de un bíopoder.

Hoy, durante la invasión a Ucrania, Putin ha pasado a convertirse en un presidente de corte orwelliano. La principales connotaciones del totalitarismo están presentes en todas sus formas, antes que nada en la alteración del lenguaje. Ya hay palabras prohibidas (guerra, anexión, invasión) La agresión a un país democrático la llama Putin “desnazificación”, los opositores son llamados traidores.

Nadie sabe como terminará la guerra de Putin a Ucrania. Pero sí sabemos que, mientras continúe Putin al mando de Rusia, sean cuales sean los resultados de esa guerra, estaremos presenciando el regreso del totalitarismo en Rusia.

Ni Catalina la Grande, ni Pedro el Grande, ni Stalin. Putin, es el precursor y creador de un orden totalitario multiforme que integra en sí al expansionismo zarista, a la ideología de la Madre Rusia, a la crueldad del stalinismo, al culturalismo fascista, al populismo de Mussolini, al integrismo religioso de Franco y al odio a Occidente y a la democracia de Hitler.

Hemos vuelto, queramos o no, a la era del totalitarismo. Putin nos ha llevado a ella. Bajo otras formas, sí. Pero es totalitarismo. Por donde lo miremos.

5. La alianza entre el totalitarismo ruso y las autocracias de Occidente

¿Tenemos entonces que sustituir la contradicción democracia-autocracia propuesta por Biden por la contradicción democracia -totalitarismo como ocurió durante la era de Hitler y Stalin? No necesariamente. Si en Rusia termina de imponerse la tendencia totalitaria, Putin deberá buscar aliados entre las naciones no democráticas de la tierra, las que en su inmensa mayoría son regidas por Gobiernos autocráticos. De tal manera que la derrota política del totalitarismo putinista pasa por desarticular su sistema de alianzas internacionales con naciones autocráticas. Eso, como lo demostró la votación de la ONU (02.03.2022), cuando 141 naciones condenaron la invasión de Rusia a Ucrania, es perfectamente posible. Hay gobiernos no democráticos a los que conviene más ser clientes de Occidente que de un totalitarismo desprestigiado internacionalmente como es el de Putin (China, por ejemplo). Por otra parte, la línea de demarcación de Biden tiene un efecto suplementario. Esa línea no solo cruza el campo de las relaciones internacionales, también la vemos trazada al interior de la mayoría de las naciones del mundo. Más todavía, como ya han destacado muchos autores, la guerra de Putin a Ucrania ha tenido por efecto fortalecer la “idea de Occidente”. Ha nacido, en contra de la brutal agresión a Ucrania, una suerte de “orgullo occidental”.

El Occidente político, muy distinto al Occidente geográfico, enfrentado al peligro de una tercera guerra mundial, ha descubierto su identidad, la de ser un espacio de libertad para la coexistencia de diversas culturas siempre y cuando estas subscriban a las constituciones y a las instituciones democráticas. Por eso es tan importante defender a Ucrania, un país que ha encontrado su identidad nacional y su identidad occidental en lucha contra un invasor cruel y despiadado. Ucrania era y debe seguir siendo una democracia: un lugar donde puedan expresarse las diferentes tendencias políticas del país, sean estas de izquierda o de derecha.

La resistencia de Ucrania ha tenido el efecto de ser un verdadero test al exterior y al interior de las naciones. No es casualidad que en las dos votaciones de la ONU sobre Rusia, la de condena de la agresión y la de exclusión de Rusia de la Comisión de los Derechos Humanos, Rusia no recibió el apoyo de ninguna nación democrática. La línea de separación según Biden, ha probado ser cierta en la práctica.

6. América Latina merece una mención especial

En el subcontinente, las líneas políticas de demarcación no son hoy muy diferentes a las que se dan en Europa y muestran como la globalización no ha sido solo económica y digital, sino también política. Incluso, en líneas generales, podemos observar un cierto crecimiento del ideal democrático en gran medida manifestado en oposición a la agresión a Ucrania.

La alianza internacional de las izquierdas antidemocráticas anhelada por Castro, Guevara y Chávez, está muy lejos de ser cumplida. Las dictaduras militares de derecha también pertenecen al pasado. La línea cursa más bien en dirección contraria: tanto izquierdas como derechas están paulatinamente democratizándose pero sin reconocer todavía su occidentalidad política a la cual históricamente pertenecen. Los mismos conceptos de “izquierda” o “derecha” son denominaciones occidentales (en la mayoría de los países islámicos, no hay izquierdas ni derechas, en China y en el sudeste asiático tampoco). La Rusia de Putin no es de izquierda ni de derecha, es “otra cosa”. Si la dictadura de Putin es todavía apoyada por algunos harapos políticos, son simples remanentes de un antinorteamericanismo anacrónico que permanece incrustado en el discurso de las izquierdas latinoamericanas desde los tiempos de Stalin.

Tratando de conjugar analogías, así como hablábamos en el pasado de países en vías de desarrollo, desde una perspectiva no económica sino política, podemos hablar de países en vías de democratización. A esa categoría pertenece la mayoría de los países latinoamericanos. Aparte de Cuba —síntesis de lo peor de las dictaduras centroamericanas y de lo peor de las ex burocracias soviéticas— y de la dictadura neosomocista de Ortega en Nicaragua, la lucha entre el ideal autocrático y el ideal democrático sigue librándose al interior de cada país latinoamericano.

Quizá muchos observadores no se han dado cuenta que del futuro de la guerra de Putin en contra de Ucrania depende el destino político de mucha naciones del globo. Si el dictador ruso no logra imponerse sobre la inmolada Ucrania, las autocracias de la tierra, que son muchas, habrán perdido su eje de rotación. La derrota de Putin sería, en este caso, una victoria de la democracia a nivel mundial.

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